martes, 28 de octubre de 2008

Sólo recuerdo la emoción de las cosas


Conducía por dentro de ese bosque desconocido cuando ya estaba a punto de anochecer. Las hojas de los árboles caían sobre el cristal del coche como si fueran lluvia. Sobrecogen Los Vosgos durante el otoño. Hayas, robles, arces y abetos se confunden en una majestuosa explosión de color. Uno de esos inmensos abetos será elegido para adornar la plaza de la catedral de Estrasburgo durante el Christkindelsmärik, el mercadillo navideño que se celebra desde 1570.

Mi amiga Navu me guió cuando ya era noche cerrada hasta un hotel oculto en el paisaje, biológico en toda su extensión. La piscina de agua caliente salía al exterior fundiéndose en ese paraje de ensueño. Estuve allí por trabajo, pero eso no importa. Como escribió Machado, "sólo recuerdo la emoción de las cosas".


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